Folk Tale

El Burro

Translated From

Asnumanta

AuthorAgustín Thupa Pacco
Book TitleVolveré
Publication Date0
LanguageAymara
TitleEl Burro
Original TitleAsnumanta
Original AuthorAgustín Thupa Pacco
Original IDtrans-9870.xml

Cuentan que unos arrieros estaban viajando. Una noche, mientras dormían, un animal comió todas sus reatas. Entonces estuvieron dando vueltas llorando y sin saber qué hacer. No tenían cómo cargar su coca. Tenían doce mulas y no tenían cómo cargar su coca en ellas. Buscaron lamentándose.

Se encontraron con un burro que les dijo:

-¿Por qué lloran? No lloren. Si me traen un tercio de carga de pasto, yo les traeré sus reatas.

Los arrieros les trajeron pasto y se lo dieron de comer. Después de comer, el burro les dijo:

-Prepárenme quinua hervida.

Le prepararon quinua reventada y con ella le untaron las orejas, los ojos, las narices y el culo. Una vez untado con eso, el burro se fue.

Llegó a un sitio donde había visto que parían las zorras. Allí se recostó. Estaba echado cuando de pronto Pascual llegó dando vueltas alrededor suyo.

-¡Ah! ¡Mariano ha muerto! ¡El señor Mariano ha muerto aquí! Es mejor que lo arrastremos hasta nuestra casa. Traigan los cabestros y todas esas cosas. Lo vamos a amarrar bien y nos lo vamos a llevar porque sería demasiado difícil venir a comer hasta aquí.

Trajeron todos los cabestros y las reatas y lo amarraron firmemente. Entonces el padre zorro dijo:

-Amárrense todos ustedes.

Hasta la madre zorra se amarró.

Estaban bien amarrados cuando uno de los zorritos notó algo raro. Y avisó:

-Papá, está parpadeando. Papá, y su ano está latiendo. Y está soltando pedos, agregó.

Pero los adultos dijeron:

-¡Sujétense bien! Este ya está muerto. Las moscas ya pusieron sus huevos en su culo y en su lengua.

¡Amárrense! ¡Agarren esto!

No le hicieron caso.

-Las moscas ya pusieron sus huevos en su lengua, ya pusieron sus huevos en sus ojos. Los gusanos ya están empezando a comérselo. Si no nos apurábamos, se lo terminaban, dijeron los zorros.

-¿No ves? ¡Amárrate, pues!

Cuando estuvieron todos bien amarrados, empezaron a jalar.

-¡Haaas! empezaron a arrastrar a Mariano.

-¡Ya está! ¡Ya está! Más fuerte, amárrense bien con todas las reatas.

Se amarraron bien con todas las reatas. Pascualito insistía:

-Papá, está soltando pedos, su culo, su ano está latiendo. Sus ojos están parpadeando.

No le hicieron caso. De pronto Mariano se levantó y se fue corriendo a lo lejos rebuznando:

-¡Hawchis! ¡Hawchis! ¡Hawchis! ¡Hawchis!

Con grandes brincos y soltando grandes pedos los llevó ya muertos ante los arrieros. Así el burro les devolvió todos sus cabestros y todas sus reatas a los arrieros. Recién entonces pudieron cargar sus bultos e irse. Es todo.


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