Folk Tale

Los Sueños Explicados

Translated From

Вещий сон

AuthorАлександр Афанасьев
Book TitleНародные Русские Сказки
Publication Date1855
LanguageRussian
LanguageSpanish
OriginRussia

LOS SUEÑOS EXPLICADOS

Un campesino y su mujer vivían tan tranquilos cuando, por las noches, empezó a parecerles que había lumbre debajo de la estufa y alguien se quejaba desde allí: -¡Ay, qué ahogo! ¡Ay, qué ahogo! El campesino se lo contó a unos vecinos, y éstos le aconsejaron que fuera hasta la ciudad inmediata, donde vivía un mercader llamado Ason, verdadero maestro en eso de explicar los sueños. Conque el campesino hizo sus preparativos y partió para la ciudad. Caminó toda una jornada y se detuvo a pernoctar en casa de una pobre viuda. Esta mujer tenía un hijo, un chiquillo de cinco años, que dijo en cuanto vio al campesino: -Yo sé adónde vas, buen hombre. -¿Y adónde voy? -A casa del rico mercader Ason. Pero ten cuidado: antes de explicarte el sueño te pedirá la mitad de lo que hay debajo de la estufa. Tú no le des la mitad, sino la cuarta parte. Y cuando te pregunte quién te ha dado ese consejo, no le digas que he sido yo. Al día siguiente por la mañana se levantó el campesino y reanudó su marcha. Llegó a la ciudad, preguntó dónde estaba la casa de Ason y allí se presentó. -¿Qué deseas? -le preguntó Ason. -Verás, señor mercader: a mí me parece que en mi isba, por las noches, hay lumbre debajo de la estufa y alguien gime diciendo: «¡Ay, qué ahogo! ¡Ay, qué ahogo!» ¿No podrías explicarme este sueño? -Sí que puedo, claro; pero ¿me darás la mitad de lo que hay debajo de la estufa? -No. La mitad, no. Confórmate con la cuarta parte. El mercader quiso regatear, pero luego aceptó, viendo que .el campesino no cedía. Llamó a unos obreros provistos de hacha y palas y juntos fueron a casa del campesino, donde les mandó echar abajo la estufa. Cuando la demoliéron y levantaron el entarimado, apareció un hoyo muy profundo y anchísimo, lleno hasta arriba de monedas de plata y de oro. Contentísimo, el campesino se puso a dividir el tesoro en cuatro partes, mientras el mercader no hacía más que preguntarle: -¿A quién se le ocurrió que me dieras sólo una cuarta parte y no la mitad? -¿A quién se le iba a ocurrir? ¡A mí? -¡Quia! Hace falta más caletre que el tuyo para eso. Escucha: si me confiesas de quién fue la idea, para ti todo el dinero, incluida la cuarta parte que me corresponde. El campesino lo pensó un poco, se rascó la cabeza y terminó diciendo: -Verás: cuando vuelvas para tu casa, encontrarás por el camino una isba donde vive una pobre viuda. Esta viuda tiene un hijo pequeño. Bueno, pues de ese chico fue la ocurrencia. El mercader subió inmediatamente a su carroza y lanzó los caballos a todo trote. -¿Podría entrar a descansar y tomar una taza de té? -preguntó, llamando en la casa de la pobre viuda. -Bien venido seas. Ason tomó asiento en un banco y se puso a tomar el té sin dejar de mirar al chiquillo. En esto se coló un gallo en la isba, agitó las alas y lanzó su ¡quiquiriquí! -¡Qué manera de gritar! -dijo el mercader-. Me gustaría saber lo que ha querido decir. -Yo te lo puedo explicar si quieres -intervino el niño-. Ha dicho que llegará un día en que tú estés en la miseria y yo sea dueño de todas tus riquezas. El mercader terminó de tomar el té. Cuando se disponía a reanudar su camino, le dijo a la viuda: -Si te parece, me llevaré a tu hijo. En mi casa estará comido y vestido no carecerá de nada, vivirá feliz sin conocer la pobreza. Y también será mejor para ti, que tendrás una carga menos. La madre pensó que, en efecto, los merca-deres llevaban una vida más holgada, bendijo a su hijo y, sin más, lo puso en manos de Ason. Este lo llevó a su casa, lo mandó a la cocina y luego llamó al cocinero para ordenarle: -Degüella a ese chico, sácale el hígado y el corazón y prepáramelos para la comida. El cocinero volvió a la cocina, agarró un cuchillo y se puso a afilarlo en una piedra. El chico preguntó, anegado en llanto: -¿Por qué afilas ese cuchillo? -Porque tengo que matar un cordero. -No es verdad. A quien quieres matar es a mí. Al cocinero se le escapó el cuchillo de las manos. Le dio pena matar a una criatura humana. -De buena gana te dejaría escapar -dijo-, pero tengo miedo al amo. -¡No temas! Coge uno de los cachorros de la perra, sácale el hígado y el corazón, fríelos y sírveselos a tu amo. . Así lo hizo el cocinero: le sirvió a Ason carne de perro y, de momento, escondió al chiquillo. Habrían transcurrido dos o tres meses cuando el rey de aquellas tierras soñó que tenía en su palacio tres platos de oro, que llegaron tres perros y se pusieron a comer su pitanza en ellos. Muy intrigado, el rey se puso a cavilar en lo que podría significar aquel sueño. Por mucho que preguntaba, nadie conseguía explicárselo. Enton-ces se le ocurrió llamar a Ason: le refirió el sueño y le dio tres días de plazo para encontrar la explicación. -Y si no das con ella en ese plazo, me quedaré con todos tus bienes. Ason regresó de palacio fuera de sí, sombrío, furioso, repartiendo torniscones a todo el que se le ponía por delante. Pero contra quien más arremetió fue contra el cocinero, reprochándole la muerte del chiquillo, que en ese momento le habría sido de gran utilidad. Al oír aquello, el cocinero acabó confesando que el chico continuaba con vida. Ason le hizo venir inmediata-mente. -A ver si me explicas un sueño que he tenido -le dijo-. He soñado esta noche que tenía tres platos de oro y que en esos platos de oro estaban comiendo su pitanza unos perros. -Eso no lo has soñado tú -contestó el chico-. Lo ha soñado nuestro soberano. -¡Mira qué listo! Has acertado. Bueno ¿y qué significa ese sueño? -Sé lo que significa, pero no te lo diré a ti. Llévame donde está el rey, y a él no le ocultaré nada. Ason ordenó enganchar una carroza, hizo subir al chico en la trasera y partió hacia palacio. Se apeó ante la escalinata del porche, penetró en los aposentos de mármol y le hizo una reverencia al rey. -¡Hola, Ason! ¿Has descifrado mi sueño? -¡Por Dios, majestad! Es una cosa tan sencilla, que hasta un niño pequeño podría descifrarlo. Si os parece, haced venir a un chiquillo que tengo de criado, y él os lo explicará con todo detalle. El rey ordenó que trajeran al chico y, en cuanto lo tuvo delante, se puso a preguntarle el significado de su sueño. -Que hable primero Ason -contestó el chico-. Como él no sabe nada, el muy ladino quiere sacar provecho del saber de los demás. -Vamos, Ason, habla tú primero. Ason cayó de rodillas y confesó que él no podía descifrar el sueño del rey. Entonces se adelantó el chico y le dijo al rey: -Señor, vuestro sueño dice la verdad. Tenéis tres hijas, tres lindas princesas, que, pecadoras ante el cielo y ante vos, os darán muy pronto un nieto cada una. Todo sucedió como había anunciado el chico aquel de cinco años. Y a ese chico entregó el rey todos los bienes que le fueron confiscados a Ason.


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