Folk Tale
Inconvenientes de correr mundo
Translated From
Auf Reisen gehen
Author | Jacob & Wilhelm Grimm |
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Book Title | Kinder- und Hausmärchen |
Publication Date | 1812 |
Language | German |
Other Translations / Adaptations
Text title | Language | Author | Publication Date |
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Op reis gaan | Dutch | M.M. de Vries-Vogel | 1940 |
Il giramondo | Italian | _ | _ |
Thích đi chu du thiên hạ | Vietnamese | _ | _ |
På rejse | Danish | _ | _ |
Going a-travelling | English | Margaret Hunt | _ |
ATU | 1696 |
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Language | Spanish |
Origin | Germany |
Una pobre mujer tenía un hijo que deseaba viajar y correr mundo.Díjole la madre:
- ¿Cómo quieres marcharte?No tengo dinero, ¿qué te llevarás?
Respondió el muchacho:
- Ya me las arreglaré.En todas partes iré diciendo:no mucho, no mucho.
Marchóse y estuvo bastante tiempo repitiendo siempre:"No mucho, no mucho, no mucho,"hasta que encontró a unos pescadores y les dijo:
- ¡Dios os ayude!No mucho, no mucho, no mucho.
- ¿Qué dices, animal:no mucho?
Y, al sacar la red, efectivamente había pocos peces.Arremetió uno de los pescadores contra él, armado de un palo, diciendo:
- ¡Voy a medirte las costillas!- y la emprendió a estacazos con él.
- ¿Qué tengo que decir, pues?- exclamó el mozo.
- ¡Que pesquéis muchos, que pesquéis muchos!, eso es lo que debes decir.
Siguió el muchacho andando, y repitiendo una y otra vez:"Que pesquéis muchos, que pesquéis muchos."Al poco tiempo llegó ante una horca, en la que había un pobre ladrón al que se disponían a ahorcar.Y exclamó el mozo:
- Buenos días.¡Que pesquéis muchos, que pesquéis muchos!
- ¿Qué dices, imbécil?¿Aún ha de haber más mala gente en el mundo?¿No basta con éste?
Y recibió unos palos más.
- ¿Qué debo decir, entonces?
- Debes decir:"Dios se apiade de esta pobre alma."
Alejóse el muchacho, siempre repitiendo:"¡Dios se apiade de esta pobre alma!."Y poco después se encontró junto a un foso, en el que un desollador estaba despellejando un caballo.Dice el joven:
- Buenos días.¡Dios se apiade de esta pobre alma!
- ¿Qué dices, estúpido?- replicó el desollador, largándole con su herramienta un trastazo en el pescuezo que le hizo perder el mundo de vista.
- ¿Qué debo decir, pues?- preguntó el infeliz.
- Debes decir:"¡Al foso con la carroña!."
Y el muchacho siguió adelante, sin cesar de repetir:"¡Al foso con la carroña!."He aquí que se cruzó con un coche lleno de viajeros y dijo:
- Buenos días.¡Al foso con la carroña!
Y dio la casualidad de, que el carruaje volcó en un foso.El cochero agarró el látigo y, emprendiéndola a latigazos, dejó al muchacho tan mal parado, que no tuvo más remedio que regresar, casi a rastras, a casa de su madre.Y desde entonces se le quitaron para siempre las ganas de viajar.
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