Folk Tale

Elisa, la flaca

Translated From

Die hagere Liese

AuthorJacob & Wilhelm Grimm
Book TitleKinder- und Hausmärchen
Publication Date1812
LanguageGerman

Other Translations / Adaptations

Text titleLanguageAuthorPublication Date
Magere LiesjeDutchM.M. de Vries-Vogel1940
Mụ Liese gầy nhomVietnamese__
Den magre LiseDanish__
Lean LisaEnglishMargaret Hunt_
ATU1430
LanguageSpanish
OriginGermany

Elisa, la flaca

La flaca Elisa pensaba de modo muy distinto que el holgazán Enrique y la gorda Trini, a quienes no había modo de sacar de la cama.Se desvivía trabajando de la mañana a la noche, y obligaba también a trabajar a su marido, el larguirucho Lorenzo, de tal manera, que el pobre lo pasaba peor que un asno bajo la carga de tres sacos.Pero todo resultaba inútil;ni tenían nada ni conseguían prosperar lo más mínimo.Una noche, estando acostada y tan rendida que apenas podía menearse, los pensamientos no la dejaban conciliar el sueño.Despertó a su marido de un codazo en las costillas, y le dijo:

- Escucha, Lorenzo.¿Sabes qué he pensado?Pues que si me encontrase un escudo y alguien me regalase otro, pediría prestado un tercero y tú me darías uno;y así, con los cuatro, compraría una vaca joven.

No le pareció mal la idea al hombre:

- Claro que - observó - no sé de dónde voy a sacar yo el escudo que tú quieres que te dé.De todos modos, si tuvieras el dinero y te bastase para comprar una vaca, obrarías santamente poniendo en práctica tu ocurrencia.Me encanta pensar - añadió - que la vaca pudiera tener una ternerita;al menos podría, de cuando en cuando, tomarme un vasito de leche.

- La leche no sería para ti - replicó la mujer -, pues la ternera habría de mamar para que engordara y pudiésemos venderla bien.

- Cierto - asintió el marido -;mas un poquitín de leche, bien podría tomármela;ningún mal habría en ello.

- ¿Y qué sabes tú de vacas?- replicó la mujer-.Haya o no mal en ello, no lo quiero, y por mucho que te emperres no probarás una gota de leche.¡Grandullón, nunca estás harto!¿Crees que voy a dejar que te tragues lo que tanto sacrificio me ha costado?

- Mujer - contestó Lorenzo -.Cállate o te arreo una bofetada.

- ¡Cómo!- exclamó ella -;¡te atreves a amenazarme, glotón, pícaro, gandul!-, y trató de agarrarlo de los pelos;pero el larguirucho esposo se incorporó y, sujetando con una mano los desmirriados brazos de Elisa, con la otra le apretó la cabeza contra la almohada y la mantuvo así hasta que la mujer se cansó de echar pestes y se quedó dormida.Lo que ignoro es sí, al despertarse al día siguiente, continuó buscándole camorra o si se marchó en busca de los escudos que necesitaba.


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