Folk Tale

Hay que compartir las penas y las alegrías

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Lieb und Leid teilen

AuthorJacob & Wilhelm Grimm
Book TitleKinder- und Hausmärchen
Publication Date1812
LanguageGerman

Other Translations / Adaptations

Text titleLanguageAuthorPublication Date
Lief en leed samen delenDutchM.M. de Vries-Vogel1940
Chia vui sẻ buồnVietnamese__
At dele ondt og godtDanish__
Sharing joy and sorrowEnglishMargaret Hunt_
LanguageSpanish
OriginGermany

Hay que compartir las penas y las alegrías

Érase una vez un sastre gruñón y pendenciero.Por buena, trabajadora y piadosa que fuese su mujer, nunca acertaba a hacer las cosas a gusto de su marido.Siempre estaba él descontento, refunfuñando, riñéndole, zarandeándola y pegándole.Al fin, su conducta llegó a conocimiento de la autoridad, la cual lo hizo detener y encerrar en la cárcel para que se enmendase.Después de pasar una temporada a pan y agua, fue puesto en libertad, bajo promesa de que no volvería a maltratar a su mujer, sino que viviría en buena paz y armonía, compartiendo con ella las penas y las alegrías, como es de ley entre los casados.

Durante un tiempo marcharon bien las cosas;pero luego volvió a sus maneras antiguas, mostrándose otra vez pendenciero y gruñón;y como no podía pegarle, trataba de agarrarla por los cabellos y zarandearla.Escapaba entonces la mujer y salía corriendo al patio;mas él la perseguía, armado de la vara de medir y de las tijeras, y arrojándole cuanto hallaba a mano.Si la acertaba, se echaba a reír;pero si la fallaba, todo eran improperios e insultos.Esta situación duró hasta que los vecinos intervinieron en favor de la infeliz.El sastre hubo de comparecer de nuevo ante el tribunal, y se le recordó su promesa.

- Señores jueces - respondió -, he cumplido lo que prometí;no le he pegado, sino que he compartido con ella las alegrías.

- ¿Cómo es eso - replicó el juez -, cuando hay otra vez tantas quejas contra ti?

- No le he pegado.Lo que ocurre es que, al verla tan guapa, quise peinarle el pelo con las manos, pero ella huía de mí, pues es muy maliciosa.Entonces yo corrí detrás para obligarla a cumplir con su obligación y recordarle sus deberes;y le tiraba cuanto tenía a mano.He compartido con ella las penas y las alegrías;pues cuando la acertaba, yo recibía gusto y ella pesadumbre;y si fallaba, la pesadumbre era para mí, y el gusto para ella.

Los jueces no se dieron por satisfechos con su respuesta y mandaron darle la recompensa merecida.


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