Folk Tale

La duración de la vida

Translated From

Die Lebenszeit

AuthorJacob & Wilhelm Grimm
Book TitleKinder- und Hausmärchen
Publication Date1812
LanguageGerman

Other Translations / Adaptations

Text titleLanguageAuthorPublication Date
De duur van het levenDutchM.M. de Vries-Vogel1940
Tuổi thọVietnamese__
LevetidenDanish__
The duration of lifeEnglishMargaret Hunt1884
Czas żywotaPolish__
Le temps de la vieFrench__
ATU173
LanguageSpanish
OriginGermany

La duración de la vida

Cuando Dios Nuestro Señor, después de crear el mundo, se disponía a asignar a cada una de sus criaturas el tiempo de duración de su vida, acercósele el asno y le dijo:

- Señor, ¿cuántos años viviré?

- Treinta - respondióle el Creador -.¿Te parece bien?

- ¡Ah, Señor!- respondió el asno -, son muchos años.Considerad mi penoso destino:desde la mañana hasta la noche transportando pesadas cargas, llevando sacos de grano al molino para que otros coman pan, mientras a mí se me azuza y reanima a latigazos y puntapiés.¡Acortadme un poco la vida!Compadecióse Nuestro Señor y le redujo la cifra a doce años.El asno se retiró consolado, y presentóse el perro.

- ¿Cuánto tiempo quieres vivir?- preguntóle el Creador -.Al asno pareciéronle demasiados treinta años, pero a ti te parecerán bastantes.

- Señor - contestó el perro -.¿Lo queréis así?Pensad en lo que deberé correr;mis pies no resistirán tanto tiempo;y una vez haya perdido la voz para ladrar y los dientes para morder, ¿qué otro recurso me quedará sino el ir de un rincón a otro y pasarme el tiempo gruñendo?

Nuestro Señor comprendió que tenía razón, y le restó doce años.

A continuación llegó el mono.

- A ti seguramente te satisfarán treinta años, ¿verdad?- díjole el Señor -.Tú no necesitas trabajar como el asno y el perro, y siempre estás de buen humor.

- ¡Ay, Señor!- exclamó el mono -.Lo parece, pero la realidad es muy distinta.Cuando llueven papas de mijo, yo no tengo cuchara.Estoy condenado a gastar bromas y a hacer muecas para que la gente ría, y cuando me dan una manzana y la muerdo, resulta que está verde.¡Cuán a menudo se oculta la tristeza tras el regocijo!No resistiré treinta años.

Dios, piadoso, le asignó sólo diez.

Finalmente, se presentó el hombre, contento, sano, fresco, y pidió a Dios que fijase su tiempo de vida.

- Vivirás treinta años - díjole el Señor -, ¿Tienes bastante?

- Muy poco es - observó el hombre -.Cuando haya construido mi casa y el fuego arda en mi hogar propio;cuando haya plantado árboles y empiecen a florecer y dar fruto;cuando empiece a gozar de la vida, entonces habré de morir.¡Oh, Señor, concédeme más tiempo!

- Te añadiré los dieciocho años del asno - dijo Dios.

- No basta - contestó el hombre.

- Pues tendrás también los doce del perro.

- Todavía es poco - insistió el hombre.

- Mira, te concedo aún los doce del mono, pero no más.

Y el hombre se marchó, aunque no satisfecho.

He aquí por qué le vida del hombre dura setenta años.Los treinta primeros son los suyos propios, y pasan rápidamente;está sano, alegre, trabaja con ardor y disfruta de la vida.Siguen luego los dieciocho del asno, en que debe llevar una carga sobre otra:tiene que transportar lo que se comerá otro y recibir golpes y puntapiés en premio de sus leales servicios.Llegan después los doce años del perro:ahí lo tenéis por los rincones, gruñendo y sin dientes para mascar.Y cuando este período termina, cierran su vida los diez años del mono:se le ablandan los cascos, se vuelve extravagante, hace toda clase de tonterías y es el hazmerreír de los chiquillos.


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