Folk Tale

La Muerte Madrina

Translated From

Der Gevatter Tod

AuthorJacob & Wilhelm Grimm
Book TitleKinder- und Hausmärchen
Publication Date1812
LanguageGerman

Other Translations / Adaptations

Text titleLanguageAuthorPublication Date
De dood als peetDutchM.M. de Vries-Vogel1940
Comare MorteItalian__
Thần chết đỡ đầuVietnamese__
Dødens gudsønDanish__
Godfather DeathEnglishMargaret Hunt_
Kuma ŚmierćPolish__
La mort marraineFrench__
ATU332
LanguageSpanish
OriginGermany

La Muerte Madrina

Un hombre muy pobre tenía doce hijos;y aunque trabajaba día y noche, no alcanzaba a darles más que pan.Cuando nació su hijo número trece, no sabía qué hacer;salió a la carretera y decidió que al primero que pasara le haría padrino de su hijito.Y el primero que pasó fue Dios Nuestro Señor;él ya conocía los apuros del pobre y le dijo:"Hijo mío, me das mucha pena.Quiero ser el padrino de tu último hijito y cuidaré de él para que sea feliz."El hombre le preguntó:"¿Quién eres?"- "Soy tu Dios."- "Pues no quiero que seas padrino de mi hijo;no, no quiero que seas el padrino, porque tú das mucho a los ricos y dejas que los pobres pasemos hambre."El hombre contestó así al Señor, porque no comprendía con qué sabiduría reparte Dios la riqueza y la pobreza;y el desgraciado se apartó de Dios y siguió su camino.Se encontró luego con el diablo, que le preguntó:"¿Qué buscas?Si me escoges para padrino de tu hijo, le daré muchísimo dinero y tendrá todo lo que quiera en este mundo."El hombre preguntó:"¿Quién eres tú?"- "Soy el demonio."- "No, no quiero que seas el padrino de mi niño;eres malo y engañas siempre a los hombres."Siguió andando, y se encontró con la muerte, que estaba flaca y en los huesos;y la muerte le dijo:"Quiero ser madrina de tu hijo."- "¿Quién eres?"- "Soy la muerte, que hace iguales a todos los hombres."Y el hombre dijo:"Me convienes;tú te llevas a los ricos igual que a los pobres, sin hacer diferencias.Serás la madrina."La muerte dijo entonces:"Yo haré rico y famoso a tu hijo;a mis amigos no les falta nunca nada."Y el hombre dijo:"El prócimo domingo será el bautizo;no dejes de ir a tiempo."La muerte vino como había prometido y se hizo madrina.

El niñito creció y se hizo un muchacho;y , un día, su madrina entró en la casa y dijo que la siguiera.Llevó al chico a un bosque, le enseñó una planta que crecía allí y le dijo:"Voy a darte ahora mi regalo de madrina:te haré un médico famoso.Cuando te llamen a visitar un enfermo, me encontrarás siempre al lado de su cama.Si estoy a la cabecera, podrás asegurar que le curarás;le darás esta hierba y se pondrá bueno.Pero si me ves a los pies de la cama, el enfermo me pertenecerá, y tú dirás que no tiene remedio y que ningún médico le podrá salvar.No des a ningún enfermo la hierba contra mi voluntad, porque lo pagarías caro."

Al poco tiempo, el muchacho era ya un médico famoso en todo el mundo;la gente decía:"En cuanto ve a un enfermo, puede decir si se curará o no.Es un gran médico."Y le llamaban de muchos países para que fuera a visitar a los enfermos y le daban mucho dinero, así que se hizo rico muy pronto.Ocurrió que el rey se puso malo.Llamaron al médico famoso para que dijera si se podía curar;pero en cuanto se acercó al rey, vio que la Muerte estaba a los pies de la cama.Allí no valían hierbas.Y el médico pensó:"¡Si yo pudiera engañar a la Muerte siquiera una vez!Claro que lo tomará a mal, pero como soy su ahijado, puede que haga la vista gorda.Voy a probar."Cogió al rey y le dio la vuelta en la cama, y le puso con los pies en la almohada y la cabeza a los pies;y así, la Muerte se quedó junto a la cabeza;entonces le dio la hierba y el rey convaleció y recobró la salud.Pero la Muerte fue a casa del médico muy enfadada, le amenazó con el dedo y dijo:"¡Me has tomado el pelo!Por una vez, te lo perdono, porque eres mi ahijado;pero como lo vuelvas a hacer, ya verás:te llevaré a ti."

Y al poco tiempo, la hija del rey se puso muy enferma.Era hija única, y su padre estaba tan desesperado que no hacía más que llorar.Mandó decir que al que salvara a su hija le casaría con ella y le haría su heredero.El médico, al entrar en la habitación de la princesa, vio que la Muerte estaba a los pies de la cama.¡Que el muchacho habría recordado la amenaza de su madrina!Pero la gran blleza de la princesa y la felicidad de casarse con ella le trastornaron tanto que se desechó a todos los pensamientos.No vio las miradas encolerizadas que le echaba la Muerte, ni cómo le amenazaba con el puño cerrado:cogió en brazos a la princesa y la puso con los pies en la almohada y la cabeza a los pies, le dio la hierba mágica, y al poco rato la cara de la princesa se animó y empezó a mejorar.

Y la Muerte, furiosa porque la habían engañado otra vez, fue a grandes zancadas a casa del médico y le dijo:"¡Se acabó!¡Ahora te llevaré a ti!"Le agarró con su mano fría, le agarró con tanta fuerza, que el pobre muchacho no se podía soltar, y se lo llevó a una cueva muy honda.Y el médico vio en la cueva miles y miles de luces, filas de velas que no se acababan nunca;unas velas eran grandes, otras medianas y otras pequeñas.Y cada momento unas se apagaban, y otras se estaban encendiendo otra vez;era como si las lucesitas estuvieran brincando.La Muerte le dijo:"Mira, esas velas que ves son las vidas de los hombres.Las grandes son las vidas de los niños;las medianas son las vidas de los cónyuges, y las pequeñas las de los ancianos.Pero hay también niños y jóvenes que no tienen más que una velita pequeña."- "¡Dime cuál es mi luz!"dijo el médico, pensando que era todavía una vela bien grande.Y la Muerte le enseñó un cabito de vela, casi consumido:"Ahí la tienes."- "¡Ay, madrina, madrina mía!¡Enciéndeme una luz nueva!¡Por favor, hazlo por mí!¡Mira que todavía no he disfrutado de la vida, que me van a hacer rey y me voy a casar con la princesa!"- "No puede ser,"dijo la Muerte."No puedo encender una luz mientras no se haya apagado otra."- "¡Pues enciende una vela nueva con la que se está apagando!"suplicó el médico.La Muerte hizo como si fuera a obedecerle;llevó una vela nueva y larga.Pero como quería vengarse, a sabiendas tiró el cabito de vela al suelo, y la lucecita se apagó.Y en el mismo momento, el médico se cayó al suelo, y dio ya en manos de la Muerte.


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