Folk Tale

Juan se casa

Translated From

Hans heiratet

AuthorJacob & Wilhelm Grimm
Book TitleKinder- und Hausmärchen
Publication Date1812
LanguageGerman

Other Translations / Adaptations

Text titleLanguageAuthorPublication Date
Hans viert bruiloftDutchM.M. de Vries-Vogel1940
Gianni si sposaItalian__
Chú Hans lấy vợVietnamese__
Hans gifter sigDanish__
Hans marriedEnglishMargaret Hunt_
LanguageSpanish
OriginGermany

Juan se casa

Había una vez un joven campesino llamado Juan, a quien un primo suyo se empeñó en buscarle una mujer rica.Hizo poner a Juan detrás del horno bien caliente.Trajo luego un tarro con leche y una buena cantidad de pan blanco y, poniéndole en la mano una reluciente perra gorda recién acuñada, le dijo:

- Juan, no sueltes la perra gorda, y, en cuanto al pan, desmigájalo en la leche.Permanece sentado aquí sin moverte hasta que yo vuelva.

- Muy bien - respondió Juan;- todo lo haré como dices.

El casamentero se puso unos pantalones remendados, llenos de piezas, se fue al pueblo vecino, a casa de un rico labrador que tenía una hija, y dijo a la muchacha:

- ¿No te gustaría casarte con mi primo Juan?Tendrías un marido bueno y diligente.Quedarías satisfecha.

Preguntó entonces el padre, que era muy avaro:

- ¿Y cómo anda de dinero?¿Tiene su pan que desmigajar?

- Amigo - respondióle el otro, - mi joven primo está bien calentito, tiene en la mano su buen dinerillo, y pan, no le falta.Y tampoco cuenta menos piezas - así llamaban a los campos y tierras parcelados - que yo - y, al decir esto, dióse un golpe en los remendados calzones.- Y si queréis tomaros la molestia de venir conmigo, en un momento podréis convencemos de que todo es tal como os digo.

El viejo avaro no quiso perderse tan buena oportunidad, y dijo:

- Siendo así, nada tengo en contra del matrimonio.

Celebróse la boda el día señalado, y cuando la desposada quiso salir a ver las propiedades de su marido, empezó Juan quitándose el traje dominguero y poniéndose la blusa remendada, pues dijo:

- Podría estropearme el vestido nuevo.

Y se fueron los dos a la campiña, y cada vez que en el camino se veía dibujarse una viña o parcelarse campos o prados, Juan los señalaba con el dedo, mientras con la otra mano se daba un golpe en una de las piezas, grande o pequeña, con que estaba remendada su blusa, y decía:

- Esta pieza es mía, tesoro, mírala - significando que la mujer debía mirar no al campo, sino a su vestido, que era suyo.

- ¿Estuviste tú también en la boda?

- Sí que estuve, y vestido con todas mis galas.Mi sombrero era de nieve, pero salió el sol y lo fundió;mi traje era de telaraña, pero pasé entre unos espinos, que me lo rompieron;mis zapatos eran de cristal, pero al dar contra una piedra hicieron ¡clinc!, y se partieron en dos.


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