Folk Tale

El Burro

Translated From

Asnumanta

AuthorAgustín Thupa Pacco
Book TitleVolveré
Publication Date0
LanguageAymara
LanguageSpanish
OriginBolivia

Cuentan que unos arrieros estaban viajando. Una noche, mientras dormían, un animal comió todas sus reatas. Entonces estuvieron dando vueltas llorando y sin saber qué hacer. No tenían cómo cargar su coca. Tenían doce mulas y no tenían cómo cargar su coca en ellas. Buscaron lamentándose.

Se encontraron con un burro que les dijo:

-¿Por qué lloran? No lloren. Si me traen un tercio de carga de pasto, yo les traeré sus reatas.

Los arrieros les trajeron pasto y se lo dieron de comer. Después de comer, el burro les dijo:

-Prepárenme quinua hervida.

Le prepararon quinua reventada y con ella le untaron las orejas, los ojos, las narices y el culo. Una vez untado con eso, el burro se fue.

Llegó a un sitio donde había visto que parían las zorras. Allí se recostó. Estaba echado cuando de pronto Pascual llegó dando vueltas alrededor suyo.

-¡Ah! ¡Mariano ha muerto! ¡El señor Mariano ha muerto aquí! Es mejor que lo arrastremos hasta nuestra casa. Traigan los cabestros y todas esas cosas. Lo vamos a amarrar bien y nos lo vamos a llevar porque sería demasiado difícil venir a comer hasta aquí.

Trajeron todos los cabestros y las reatas y lo amarraron firmemente. Entonces el padre zorro dijo:

-Amárrense todos ustedes.

Hasta la madre zorra se amarró.

Estaban bien amarrados cuando uno de los zorritos notó algo raro. Y avisó:

-Papá, está parpadeando. Papá, y su ano está latiendo. Y está soltando pedos, agregó.

Pero los adultos dijeron:

-¡Sujétense bien! Este ya está muerto. Las moscas ya pusieron sus huevos en su culo y en su lengua.

¡Amárrense! ¡Agarren esto!

No le hicieron caso.

-Las moscas ya pusieron sus huevos en su lengua, ya pusieron sus huevos en sus ojos. Los gusanos ya están empezando a comérselo. Si no nos apurábamos, se lo terminaban, dijeron los zorros.

-¿No ves? ¡Amárrate, pues!

Cuando estuvieron todos bien amarrados, empezaron a jalar.

-¡Haaas! empezaron a arrastrar a Mariano.

-¡Ya está! ¡Ya está! Más fuerte, amárrense bien con todas las reatas.

Se amarraron bien con todas las reatas. Pascualito insistía:

-Papá, está soltando pedos, su culo, su ano está latiendo. Sus ojos están parpadeando.

No le hicieron caso. De pronto Mariano se levantó y se fue corriendo a lo lejos rebuznando:

-¡Hawchis! ¡Hawchis! ¡Hawchis! ¡Hawchis!

Con grandes brincos y soltando grandes pedos los llevó ya muertos ante los arrieros. Así el burro les devolvió todos sus cabestros y todas sus reatas a los arrieros. Recién entonces pudieron cargar sus bultos e irse. Es todo.


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